jueves, agosto 03, 2006

Guayaquil competitiva

No se trata de proclamas electorales, ni de promesas que las multitudes pronto olvidan, ni de retórica o de ditirambos inscritos en el diccionario de los desdibujados actores en el escenario político ecuatoriano.Se trata de resaltar los efectos y consecuencias positivas en el desarrollo de la ciudad, que realiza un administrador con un equipo de concejales de igual empuje. Guayaquil ya no es reto del pasado oscurantista, y forma filas en el futuro que ya sucedió. Atenazada siempre por el celo regionalista, su progreso ha venido amarrado al cuentagotas a tres mil metros de altura. Toda una urdimbre tratando de parar el metabolismo de un conglomerado social de una metrópoli que crecía y crecía vegetativamente por entre el río y el pantano.En recientes años, salvo honrosas excepciones, la administración municipal se la utilizó como organismo depredador de su economía, o como bastión para la lucha política. Su condición de ciudad más poblada atraía gente de todo matiz, sin raíces. La población se volvió amorfa, heterogénea, impía e irreverente.Ha llegado la transformación. La ciudad por décadas estrujada se levanta cual gigante dormido, que desperezándose le grita al mundo: ¡Aquí estoy con mi nuevo escudo para ser competitiva…!Desde el punto de vista técnico, la administración municipal marcó sus objetivos. No se ha tratado de hacer cosas al sol que nace. Se ha tratado de “administrar” una institución: los ingresos (impuestos, tasas, etcétera) que pagan los ciudadanos, revertirlos en beneficio de la ciudad, y crear obra pública redituable, que asegure la supervivencia, siguiendo la mística del desarrollo universal.Un municipio no es institución de negocio, sino de servicio y resultados para la comunidad. Todo servicio debe redituar porque demanda permanencia, reciclaje y mejorar; si estos no se cumplen, la entropía dará buena cuenta de ellos. En esta parte radica la fundamental diferencia en el manejo financiero de los recursos efectivos.El actual administrador de la ciudad conoció –así se lo percibe– las obras públicas estratégicas necesarias para el despegue hacia el desarrollo, crecimiento y progreso, y dedicó con su grupo, tiempo y esfuerzo a crear recursos y romper tabúes para la obra. ¡Levántate y anda!Como resultado se tiene una ciudad con diferente perfil. (Por ahí alguien después de haber leído doscientos libros de economía ha calificado a la ciudad como la capital del delito). ¡Vaya una relación!Ahora ya amaneció para Guayaquil una nueva perspectiva. Ya no importan las críticas depredadoras. Las obras materiales que estimularán la inversión y el progreso, mas lo que está por venir… hacen de Guayaquil una ciudad competitiva, sin intención de aplastar ni empequeñecer a otras ciudades del país, sino para servir como mecanismo de encendido y disparador para el arranque y desarrollo acelerado de otras. Se ha despejado, además, en forma contundente, que la energía perseverante al servicio del propósito u objetivo, logra vencer los obstáculos de intereses particulares, el genético negativismo burocrático, y hasta la perfidia legalista.El alcalde Nebot tiene, con el nuevo perfil, un nuevo desafío cual es el de crear la confianza en la ciudad como centro de inversión y trabajo. Además, como en la organización privada, ir asegurando la sucesión para que se perpetúe la filosofía administrativa en bien de la comunidad.Soñemos en Guayaquil como ciudad competitiva dentro de diez años próximos.

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