miércoles, julio 23, 2008

Sube la temperatura


El entorno del país se ha calentado con las últimas medidas que tienen como referente las confiscaciones, o cualquier nombre que se le quiera dar a la decisión gubernamental de asumir el control de las empresas del Grupo Isaías.Cabe la pregunta: ¿qué va a ganar el Estado con la actitud ejercida, cuando se lo priva de entes tributarios, productivos y generadores de empleo y trabajo...?Sus propietarios no habrán sido (o no serán) unos santos, pero es un hecho innegable que de tratarse de castigar delitos (bien por la justicia) no es posible que sean los trabajadores de las empresas echados a la calle.Quiero seguir pensando que, luego de apagado el fuego, las cosas podrían mejorar. Cuando el Presidente reflexione como economista, no como político, verá el efecto de la decisión con todo su efecto multiplicador.Está claro que algunas de las empresas así intervenidas no estarán activas –a lo mejor nunca lo estuvieron, situación muy practicada en Ecuador y otros países– que consiste en tener empresas listas para negocios que pudieran presentarse. De ser tal el caso, ¿existe delito? Y por igual razón, si las empresas no operan, tienen que asumir los gastos que demanda su existencia. Son empresas perdedoras y el Fisco conoce muy bien el proceso, y faculta la existencia de estas empresas de papel.Los nuevos administradores de las empresas intervenidas se encontrarán con sorpresas. No es cuestión de poner un miembro de las Fuerzas Armadas a dirigir y mantener rentable una empresa, y pensar que por arte de birlibirloque florecerá. Las decisiones que se tienen que tomar serán duras y difíciles, por consecuencia de gran responsabilidad, no solamente ante los accionistas sino ante el país.Decía Borges que “para disparar un revólver se requiere valor, pero para disparar un cañón solo se necesita puntería”. ¿En cuál de los casos estamos? No se trata de defender la acción en particular, sino de referirse a los efectos generales en materia de crecimiento, desarrollo y estabilidad. Largo yo habría escrito si en forma paralela se creaban los mecanismos compensatorios a los efectos negativos.Si el Presidente lucha por el cambio, no es el mejor camino el temor y el susto. Si hay que castigar, se debe castigar; pero para ganar espacio no se debe generalizar al extremo de crear una psicosis colectiva que haga daño a la nación entera, espantando las posibilidades de progreso.No está bien mezclar el concepto militar con el mercantil o empresarial. Son dos filosofías diferentes y en ocasiones contrarias. Cuando termine la historia, el país deberá conocer los resultados, pero desde ahora percibimos que el Estado tendrá que cargar con el desfase que se produce. Hay historia.Tal vez ahora se estén buscando alternativas; pero el daño al prestigio del país ya está hecho. La desconfianza internacional está resquebrajada. ¿Quién va a dar el apalancamiento financiero, de cualquier calibre que sea, los contactos internacionales que hayan tenido y el mercado de sus productos físicos, financieros, intangibles, administrativos, etcétera?¿Todavía habrá tiempo para reflexionar y enderezar el entuerto?

jueves, julio 17, 2008

‘Ora pro nobis…’

Lo que está pasando con los precios (el alza ya no es contenible, principalmente los de primera necesidad y consumo para la vida) es la edición de lo que ya está grabado en la historia de nuestro país, y en la de muchos otros cuando se produce el desfase en la conducción política, y la política económica se la sustituye confiando en el adormecimiento del pueblo.La economía del país ya venía soportando un repunte inflacionario como producto de una serie de factores manejados por el Gobierno, con intención o sin ella; que luego rápidamente inciden sobre la economía en general. El viento del impropio manejo del desarrollo económico (si de tal se puede hablar) va convirtiendo en cenizas el producto del trabajo. Desciende rápidamente el valor agregado (aumento de desempleo), baja el consumo por falta de compradores, la producción se estanca o baja (igual con sus precios), la especulación hace cosecha, y todo el proceso de producción y consumo se desestabiliza y las economías individuales se pulverizan: economía aplicada elemental.Desde luego se debe suponer que todo esto ocurre en el mercado, término que las ideologías de izquierda tratan de eliminar o ignorar, pero que a la larga ellos mismos caen víctimas cuando tienen que recurrir a él. Por más que se estrujan el cerebro los políticos, las leyes básicas de la economía solo pueden ser momentáneamente forzadas con disposiciones estatales, pero no reemplazadas. Se atenúa el golpe de las olas construyendo una escollera, pero no se pueden eliminar las olas.No han faltado advertencias acerca del deterioro de la economía nuestra, a la cual se podría agregar el que está pasando Estados Unidos (la globalización trae efectos paralelos); sin embargo, no han habido golpes de timón que cambiaran el mal rumbo que se lleva, a pesar de los recursos ingentes del petróleo que han servido para mantener la improductividad y la consecuente pobreza. (Mayores recursos versus baja de producción = baja productividad, y sus consecuencias sociales).El dinero en forma de capital/ahorro es tan huidizo como el agua entre los dedos. Cuándo se recuperará la confianza, es de pronóstico reservado, porque al parecer aún no termina la depuración que dejaría inmune al desarrollo económico del país para luego, tal vez, sobre terreno limpio, surja una nueva realidad.Las tendencias están claras, no hay alternativas. Lo único cierto es que la inversión huye en el preciso momento en que el mundo demanda por lo menos el punto de equilibrio en la producción alimentaria. Hace rato se viene demandando incremento en la producción de alimentos. Con el movimiento demográfico global no había que ser un Nobel o un predestinado para intuir consecuencias. Mientras todos los días en el mundo se reúnen cónclaves para luchar contra la pobreza, se prefiere la inversión en el desarrollo tecnológico.Hoy más que antes la crisis agrícola del mundo puede ser nuestra oportunidad, si entendemos bien el panorama económico y la ecología que lo rodea. Pero como todo proyecto demanda inversión, el Gobierno debe principiar por armar una buena actitud de confianza.

jueves, julio 10, 2008

Mujer - Lider

Las liberaciones de Íngrid Betancourt y otros secuestrados por la guerrilla colombiana desde hace varios años, en condiciones incruentas y sin disparar un tiro de pistola por parte de sus captores, tiene unos ribetes de técnicas, que parecen ser la edición de nuevas reglas de espionaje y rescate, por el entorno que se puede suponer que debe haber rodeado a la operación.Lo fundamental para el éxito, desde el comienzo de la concepción de la operación ‘Jaque’ ha sido guardar, por parte de cada uno de quienes debían intervenir en la misión, el más absoluto secreto, desinformar y mantener controladas cualesquiera señales que pudieran levantar una sospecha al “contraespionaje” del campo contrario.Hay mucho para pensar y especular acerca del rescate de Íngrid y sus compañeros de infortunio; pero, sobre todo, habrá tres factores sobresalientes en el episodio. Uno: los actores de la liberación tienen que haber cambiado de mentalidad (de la convencional a la real para no dejarse influenciar por la guerrilla. Pensamiento divergente). Dos: por mucho dinero que maneje la guerrilla, no habría podido disponer de la tecnología, (especialmente la satelital) de seguimiento y vigilancia, que combinadas con la mente militar entrenada para el caso, logra geográfica y cronológicamente el encuentro liberador, sin que se produzcan enfrentamientos ni bajas. Tres: la acción habrá dejado mucho que aprender y también mucho que desaprender, Las técnicas de rescate y espionaje, y las tecnologías de seguimiento se beneficiarán con las experiencias ganadas.Es incuestionable que para llevar a cabo la operación exista mar de fondo, que quizás nunca se conocerá, a no ser que la protagonista del episodio se decida a contarlo en un rasgo autobiográfico. Lo cual es dudoso.Con seis años de aislamiento de la civilización y vida selvática, Íngrid Betancourt reingresará a la vida política de Colombia (quién sabe si a la de Francia); sus características la configuran como mujer de arquitectura política internacional.Mientras tanto, y suponiendo que en el tiempo se realizaban negociaciones para liberar a los rehenes, se habrá seguido armando el entramado que serviría para el final feliz.Por tratarse de que las FARC son un grupo rebelde que actúa fuera de la ley, muchas realidades no trascenderán, y quién sabe si durante el cautiverio los rehenes han sido indoctrinados acerca de lo que no deben revelar.Con muy buenas perspectivas políticas Íngrid Betancourt podría reentrar en la vida política de su país; o tal vez, mejor, en la actividad internacional en donde faltan verdaderos líderes, ahora que América Latina se convulsiona ideológicamente.Mucho dependerá de que el presidente Uribe la respalde, y le permita actuar como un gran símbolo de la democracia.Íngrid Betancourt ingresó al catálogo de las verdaderas líderes que practican lo que predican. Su rescate después de seis años de prisión más todo el cúmulo de adversidades soportadas con valentía, serán un modelo de mujer-líder para las generaciones futuras.