jueves, agosto 27, 2009
Los desajustes
jueves, agosto 13, 2009
La nueva gestión
Los vientos que soplan no son lo favorable que se esperaría en la carrera hacia los resultados de las empresas de negocios, columna vertebral para el adelanto y bien del país; el eslogan de la campaña electoral así lo repetía. Sin embargo, se olfateaba que se trataba de destruir o eliminar a la vieja guardia que venía administrando el país. Los tintes socialistas ahora son inequívocos.
Es verdad de a folio que por muchos años se repitieron los mismos actores y los mismos procedimientos, ya envejecidos. Todo cambio que por entonces se hizo, tenía el óxido del tiempo, y al final resultó ser el producto de una componenda envuelta en papel de regalo muy bien etiquetado y con dedicatoria para los mismos de siempre.
Políticamente, el nuevo régimen quiso sanear el procedimiento, y esta fue la bandera de lucha de un grupo que ambicionaba, quizás con la fuerza quemante de un ideal de juventud, llegar al poder y realizar una asepsia completa que libre al país de los macroorganismos que le chupaban las posibilidades del resurgimiento, para transformar los factores negativos en columnas que sirvan para levantar la nueva nación.
Pero, ¡oh suerte la de mi patria! Se repiten las elecciones dizque para el saneamiento y expulsión de organismos carcomidos y en la senectud; y marca con el dedo de la opinión pública una ruptura de época, que va a costar mucho tiempo y recursos para rehacer el país. La idea de la globalización, mientras tanto, se va introduciendo en países, gobiernos y actividades.
Hasta ahora no se puede señalar que las leyes y las políticas gubernamentales estén cambiando radicalmente el esquema, pero lo que sí está ocurriendo es que se pueden generar suficientes recursos para mantener ocupada la atención de los ecuatorianos, mientras la inflación de precios –principalmente en el área de comestibles– y la falta de trabajo angustian a hombres y mujeres. Al respecto, el Gobierno acaba de cancelar de su empleo a algunos trabajadores de El Telégrafo, el diario oficial, sin aparente motivo. (Las estadísticas probablemente indican que la economía del diario está golpeada).
Me atrevo a pensar lo mal que puede sentirse un presidente cuando quiere hacer o tomar una medida de acuerdo a su criterio o sus principios de buena administración. En una organización como la de un país, demócrata, no dictatorial, no autárquico, no despótico, siempre habrá cosas que hacer. Lo inteligente en el mandatario es determinar qué es lo que se tiene que hacer. Estas decisiones muchas veces no serán del agrado del círculo de poder que rodea a un mandatario. Aquí en el Ecuador, se ha hablado de un “círculo rosa”.
jueves, agosto 06, 2009
Poco a poquito
El gobierno de Rafael Correa está pasando por un periodo de acción política muy febril. El descontento masivo comienza a hacerse presente en las calles y se enfrenta con la Policía, que pronto no podrá detenerlo, y es donde está el peligro, que la actitud de protesta suba el nivel calórico y se produzcan situaciones o hechos de mayor trascendencia.
No cabe duda de que los vientos contrarios soplan cada vez con más fuerza, deteniendo así el desarrollo económico del país. Están saliendo tantos acontecimientos desfavorables para el Gobierno que en realidad torna admirable que se pueda gobernar con una marea que cada vez amenaza más y más la posibilidad de que le quede tiempo y mente fría al Presidente para gobernar; en cuyo caso, de no poder gozar de estas ventajas, tiene que delegar mucho de sus ideas y proyectos a sus funcionarios, con peligro de que no puedan interpretar sus ideas y el cumplimiento de los objetivos.
En la administración pública y también en la privada el poder para la decisión y la responsabilidad no se pueden, ni se deben delegar. Con mayor razón en el quehacer presidencial, en que la autoridad es un mandato entregado por el pueblo al gobernante. El pueblo es el que designa a quien, por la Constitución, le da el poder último para que pueda legislar.
De otra parte en democracia el poder, a pesar de perseguir el bienestar social dentro de la igualdad y equidad del presidente tiene fronteras legales dentro de las cuales podrá actuar. Gobernar a espaldas de estas leyes es acción dictatorial, y torna al gobernante susceptible de ser tildado de dictador: término nefasto para la dignidad política de cualquier mandatario.
Parecería que Rafael Correa maneja la teoría subyacente de que toda ley tiene su trampa legalista, que sirve para evadirla o incumplirla; y eso es lo que está sucediendo por parte del Presidente para conseguir el poder total para producir el cambio. Un cambio que no se lo entiende, pues se trata de cambiar leyes en beneficio de su mandato. Podemos, por lo tanto, esperar sorpresas, producto de sus ideas revolucionarias, pues las que hasta ahora ha dictado no dan aún el resultado previsto, y de la confusión surge la corrupción. Esta –la corrupción– surge en cualquier estamento del Gobierno. Mucho me temo que al eliminarse la autonomía del Banco Central que es desde donde se vigila, se regula y se controla el sistema monetario, se vayan a producir disposiciones y prebendas que afectarían la moneda, y que quizás sea el primer paso para que se cumpla la idea chavista de una moneda bolivariana.
El Ecuador está pasando por un periodo de transición. Los beneficios del nuevo orden aún no los sentimos, y más vale ha aumentado el deterioro de la economía y del propio dólar que, desde el gobierno de Mahuad, se adujo que era la medida que hacía falta para tener un Estado de bienestar.