jueves, noviembre 16, 2006

Competitividad y gobierno

Tampoco se ha sabido de la actitud que tomarían algunos de los dos candidatos finalistas para incrementar el aporte de la inversión del sector privado en el desarrollo de la competitividad del país. Más vale, trasluce cierta animadversión hacia el empresariado, como si se tratara de un elemento indiferente hacia la eficiente gobernabilidad.Entre las generalidades prometidas se hace referencia que se fomentará la inversión. ¿Del sector público o del privado? Si se trata del primero, por historia sabemos que ese criterio significa la creación de nuevos entes gubernamentales, que sirven para cumplir compromisos electorales, desde ahora en demanda; con lo cual lo que se logra es incrementar el presupuesto nacional que vía déficit los paga el contribuyente aumentando la improductividad del costo de la nueva inversión. Lo más grave del caso es descubrir después que hayan utilizado como instrumento de desgaste el nuevo ente, las fuerzas de los círculos lobbistas para su propio beneficio. ¿Qué gana el Estado con nuevas inversiones ineficientes? Pero los compromisos electorales y la adicción al dinero del petróleo enmascaran las deficiencias.Para el sector privado, crear una nueva inversión o una empresa competidora por alguna esquina, y que para hacerlo tenga que intervenir algún organismo de gobierno, es obra de romanos. El peregrinaje es atroz, y luego de cumplidos los trámites y cuando todo aparece santificado, falta la coma que el funcionario debe ponerla pero que es imposible porque está en comisión de servicio en el exterior o de vacaciones.¿Quién asume el costo de toda esta falta de eficiencia asociada con la productividad? Recomendaría a los habitantes de ambas orillas repasar algo del contenido en el Otro Sendero, de Hernando de Soto.Y que para que haya inversiones se necesita de estabilidad que mantenga a distancia el peligro de cambiar las actitudes gubernamentales, tan frecuentes en América Latina. Si un gobierno no mantiene sus políticas con firmeza y sabiduría los capitales emigran o se establecen allí donde hay garantías para su supervivencia y sus resultados, y su desarrollo.Mantener la política de gobernar con objetivos y metas precisas para poder controlar, es corroborar en la creación y posicionamiento de un sistema económico que permita trabajar, invertir y reinvertir en lo que genere competitividad. Esta política no es neoliberalismo, como antitética de otros ismos. Es como lo expresó Lincoln: “gobernar con el pueblo, para el pueblo y por el pueblo”.Está claro que vivimos en un mundo de economías desiguales en que la generación de la riqueza fluye, eso sí, de arriba abajo, y que las luchas políticas son generalmente el producto del deseo de libertad por la igualdad y contra la pobreza.Comprendemos que el mundo está cambiando rápidamente, que aparecen nuevos paradigmas, que las generaciones de políticos que lideran países no son tan románicos como quieren venderse. Recordemos algunos nombres en América Latina y en nuestro Ecuador y encontraremos corrupción de calibre entre ellos.La nave ecuatoriana está golpeada de proa a popa y de babor a estribor; la corrupción carcome sus cuadernas; no se puede mantener erecta. Así es que el próximo gobernante habrá de demostrar que aparte de inteligente tiene talento para gobernar. ¿Es así, señores candidatos?

jueves, noviembre 09, 2006

Las batallas que vendrán

Terminado el primer episodio electoral el escenario quedó disponible para los dos finalistas que calzarán guantes en la segunda vuelta; la primera ha dejado una lección electoral muy amarga para los que creían en su figura presidenciable, y encontraron su propia realidad diferente de la que percibían. El futuro que esas fuerzas sigan o se dispersen dependerá del resultado de la segunda vuelta y de cómo operen las fuerzas en el Congreso.No se podrá dejar de considerar al “gutierrismo” que ha aparecido como tercera fuerza política que, además está alimentada por circunstancias negativas, producto del fracaso del gobierno del Coronel.Toda la estrategia política va a cambiar, y hasta tanto la incertidumbre continuará, los negocios fluirán inciertos, y las inversiones en el área inmobiliaria será lo seguro para invertir. La productividad de la macroeconomía seguirá sin mejoras sustanciales en el PIB. Si la estrategia del triunfador no contempla medidas y políticas de efecto inmediato o a corto plazo, cundirá la tendencia al fracaso. Hay sectores y problemas que atender que ya deben estar en la agenda de ambos.Después de la primera viene el tiempo de reflexión para evaluar lo hecho y sobre todo lo que se dejó de hacer. En el baratillo de ofertas y promesas no se ha visto tocar con seriedad qué se piensa con respecto a dos monstruos de nuestra economía: la seguridad social y las aduanas. Todo el resto de ofertas pequeñas resultan baratijas frente a los dos monumentales problemas mencionados. Tengo la seguridad que los comentaristas de la política van a demandar menos retórica, menos abstracciones, porque el hecho de ganar en la segunda es responsabilidad y compromiso sobre situaciones concretas.Las relaciones han cambiado. Ahora ya no se puede ver las cosas como antes de la primera. Es la razón para insistir en que de seguir con el mismo compás, el resultado será la misma música de todos los tiempos. No habrá ni cambio ni ruptura.Otro tema: ¿quién nos enseñará a contar votos? Ante el mundo somos analfabetos en aritmética porque hay que contratar a técnicos que vengan a contarlos, no obstante que en el Ecuador hay universidades y politécnicas con profesionales reconocidos por su idoneidad. Por nuestra adicción al dinero del petróleo se regalaron millones de dólares para tener hojarasca.Los grandes problemas para el nuevo gobierno se los podrá reducir en la medida en que se vayan solucionando con eficacia las demandas que con justo derecho –por ser promesas electorales– se conviertan en realidades.El camino es largo y duro. El pueblo tendrá que sufrir la espera porque ninguno de los dos candidatos es milagroso, salvo que... se quiera poner al filo del precipicio a nuestra ultrajada democracia.Las recientes elecciones son una prueba más de que el voto está buscando una salida decente al cambio presidencial. Desafortunadamente en ambos candidatos está muy arraigado luchar por componer el pasado, cuando el futuro es lo que interesa; pero, como el caos y la corrupción imperan por todos los puntos cardinales, el ganador tendrá que hacer acopio de mucha sindéresis y sabiduría para sus decisiones. Los grupos fantasmas de presión ya tendrán sus velas encendidas.

jueves, noviembre 02, 2006

Evaluación de la incertidumbre

La historia de ayer no ha cambiado: más vale continúa la incertidumbre y las incongruencias que afectan al desarrollo económico del Ecuador.El próximo presidente tendrá que afrontar problemas de gran seriedad y gravedad. El equipo que acompañe al triunfador debe tener altos quilates de idoneidad. Lo primero que se necesita es que el pueblo ecuatoriano crea en ellos. Sin fe en los nuevos dirigentes, subirán y bajarán sin pena ni gloria; lo único que conseguirán será una línea para su carpeta.A pesar de estar todavía con los ojos vendados los resultados finales ya indican tendencias que sirven para la percepción. Hay tanta carga de subjetividad en la evaluación y el análisis, que se necesita una buena dosis de independencia e imparcialidad para lograr una evaluación no subjetiva.Si las tendencias se cumplen, cualquiera que sea el triunfador, el sector privado -básicamente el de los negocios- va a sufrir un remezón. El triunfador estará al mando y el perdedor, con la fuerza de la casi igualdad, será el crítico con un gran angular ubicado en la vereda del frente. No habrá calma política.Las empresas de negocios tienen que estar alertas, casi al minuto, de rumores y noticias que pudieran influir en su entorno; pues, desde ahora ya se siente cierto nerviosismo, producto de la incertidumbre. En una situación así habrá vulnerabilidad e incongruencias que los estrategas corporativos deben vigilar. Las empresas de negocios no están libres de contaminación, y la gerencia superior tiene la responsabilidad de tratar de convertirlas en oportunidades. El análisis de la demografía del voto podría cambiar la realidad del diseño, y mostrar la diferencia con la percepción.Para la etapa electoral hubo un mercado político cuyo voto había que captar, conscientes de que habría una segunda vuelta. Quien se consideraba presidenciable, cumpliendo ciertos requisitos, podía presentarse a la subasta. Al llegar a la segunda vuelta el mercado está definido y solo queda el producto representado por los dos finalistas.Al cambiar el mercado electoral, hay que rediseñar las tácticas aprovechando incluso algunas de los perdedores. En el caso de negocios, Drucker llamó a esta táctica el judo empresarial, que consiste en utilizar las fortalezas y debilidades en beneficio de quien lo aplica.En la estrategia político-electoral de la nueva etapa se van a emplear nuevas tácticas. Los pensadores estratégicos que asesoran a los participantes vivirán muy alerta en el nuevo proceso. En algunos casos será necesario copiar o imitar, ser creativo o neutralizar.La campaña de la segunda vuelta, sin resultados aún precisos, está iniciada por parte de los contendores; ya no hay espacio para la suerte o para la habilidad: la presumimos como una campaña de estrategia. Hay que completar los votos que hacen falta para ganar, que se podrían conseguir del campo contrario o incursionando en el de los que ya no intervendrán.No se aprecia todavía si habrá cambio o transformación con el nuevo gobierno. Mantener falsas expectativas con promesas distantes de poder cumplir, sería una burla. Si se sigue cavando en el mismo sitio, las incertidumbres aumentarán.