jueves, noviembre 19, 2009

El efecto apagón

Está el país viviendo con fuerzas negativas que mantienen en la oscuridad su futuro. Se han festinado, como en día de carnaval, todos los principios y reglas del quehacer político, que estamos por pensar, ingenuamente por cierto, que se ha facilitado el camino para que se instale en la administración, dentro de nuestras fronteras, una verdadera democracia que abra para el país la oportunidad de poder aprovechar los beneficios de esta era, cuando el mundo anuncia la globalización.Nos equivocamos. Estamos perdiendo la oportunidad de sacar el beneficio que podemos tener con el cambio que está surgiendo, por consecuencia de la transformación mundial que, nos guste o no, se está operando.Por dedicarle tanta atención al proceso de ubicar a los peones del ajedrez político para la revolución, se está pasando el tiempo de poder, en caliente, realizar algunas obras que pudieron haber fortalecido y respaldado al Gobierno, tan frontal actor de errores en la administración del país, y para lo cual ha habido poca sabiduría. Fundamentalmente, ha fallado en la selección de los colaboradores, que para facilitarles la administración del monstruo, no se encontró mejor camino que seccionar los ministerios existentes en una proporción infinitesimal, que ahora su actor, el Presidente, no podrá controlar; humanamente las fuerzas no dan para tanto. (Un principio de buena administración exige energía y visión para designar al colaborador al que se podría delegar funciones, y tener el poder para controlar.Por ejemplo: el problema “efecto apagón” ha sido conocido por el presidente Correa al iniciar su mandato. Sin embargo, nada se hizo para solucionarlo o, por lo menos, estar preparados para el estiaje. (Ver entrevista a Alberto Acosta, EL UNIVERSO, 15 de noviembre del 2009). Sería de aconsejarle al presidente Correa que huela el libro La Revolución Necesaria, que su autor, Peter Senge, también autor de La Quinta Disciplina, dedica al problema mundial del agua, de la energía, del cambio y del futuro.Hoy las lamentaciones sobrarían. El daño está hecho. Y en el proceso económico las pérdidas suelen ser violentas, aunque recuperarlas sea lento, y a veces inútil.Un equipo tiene jugadores buenos y también los tiene malos. Es tiempo de hacer un saneamiento, que le dé lustre al Gabinete para que este sea de acción positiva. Es comprensible; el Presidente está dedicado a viajar y a crear medios que saben a vendetta electoral. Las circunstancias de improvisación en labores de alta política –en las que se toman las decisiones– las tienen que realizar con individuos de segunda categoría; esto lleva al desprestigio y al desgaste.Acaba de fracasar el negocio de un mil millones de dólares con China, cuyos fondos aparentemente habrían servido para cubrir algunos huecos del presupuesto nacional, hoy en déficit, según anuncio oficial. ¿Por qué el fracaso después de que se dio vuelo a la noticia? La respuesta es sencilla: malos e inexpertos negociadores.Por fin, debemos ponernos en guardia como país. Parecería que el Presidente de Venezuela quiere un conflicto internacional, y anexar a sus programas la intervención de los países amigos con que cuenta en América.

jueves, noviembre 05, 2009

¿Es que estamos cambiando?

Mucho se ha hablado y escrito acerca del cambio en el país, pero hasta ahora los cambios que vemos, observamos y sentimos indican que, salvo en el sector burocrático y fundamentalmente en el área ministerial, no se observa más que cambios o incremento de personal que aumenta el presupuesto nacional.

Según se aprecia, hasta ahora ha habido tantos cambios y creaciones de empleos que la administración del país estará chueca, muchos de los designados serán meros aprendices por un tiempo que la gestión que cumplen no podrán ejercerla a cabalidad, consecuencia: un resultado lleno de errores por la inexperiencia. Y las faltas no serán solo de forma sino de sustancia; lo cual en el área pública resulta muy grave, porque podrán estar infringiendo la ley. Y es que muchos cargos que son entregados a personas del partido, son promesas electorales, sin consideración a su capacitación o su experiencia. En adelante tenemos que esperar que tal práctica continúe.

El cambio hay que producirlo en la gente, colegios, universidades, instituciones como la ONG, etcétera, deben ser incorporadas a un gran movimiento nacional pro cambio en los principios de una nueva doctrina acorde con los tiempos y las circunstancias. Pero mientras se mantenga la educación en los esquemas obsoletos actuales, no habrá cambio. Pues resulta que en un sistema –si así se lo puede llamar– el del actual existente y de largo plazo, es una educación de proselitismo a la que se intenta llevar al país; dando oportunidad a alumnos y profesores que dediquen tiempo al tumulto, cuyo resultado son días de vacaciones. Los estudiantes y profesores, –aquellos que no son de élite– concurren en condiciones precarias, pero precarias en muchos casos. Si no hay buena educación, no hay cambio ni innovación administrativa.

No se puede negar la realidad, nuestros estándares se los puede medir con los resultados. Colegios, universidades, y estudios informales, en ocasiones hasta de gran pobreza de contenido, se dictan en locales sin la estructura didáctica que requiere la materia.

En la época actual, cuando el conocimiento está sustituyendo a la mano de obra, la educación se torna más exigente porque vamos a manejar nuevos valores en esta nueva sociedad. Si antes el cambio ocurría casi insensiblemente, hoy, con toda la tecnología el sector industrial va requiriendo cada vez más de gente educada, pues los instrumentos que ahora se manejen son más automáticos y requieren de gran preparación intelectual.

Pronto podremos comentar acerca de las crisis del agua y de la energía. En el primer caso es el ambiente afectado por el gas carbónico, y en el segundo caso porque la energía alternativa en el mundo está todavía en pañales.

Aunque el Presidente de Venezuela aconseja el baño de tres minutos y debidamente programado, lo tomamos en términos jocosos, pero dentro de unos años bien pudiera ser una realidad, si es que desde ahora no se toman las medidas necesarias. Esto sí sería un cambio.

lunes, noviembre 02, 2009

Hoy, ¿y mañana qué...?

Los tiempos que estamos viviendo en Ecuador son bastantes tormentosos, casi se diría que se está en una fase tan crítica que parecería estar a punto de la disolución. Las noticias más frescas son de tal naturaleza que pareciera merengue en que se está viviendo; tiene las características de un remolino, que cada vez chupa más y más nuestra integridad de nación.

La corrupción, el peculado, el abuso con los fondos públicos, los grupos de presión que exigen su parte en el pastel gubernamental de hoy, los conflictos con los universitarios y con los indígenas, están llevando al Gobierno actual a afrontar una situación que cada vez más se torna prácticamente peligrosa y políticamente considerada.

¿Qué tenemos en contrapartida para anular o neutralizar toda estas irregularidades, que solo puedan provenir del Gobierno?

Según las noticias aterradoras dadas por la prensa, mientras el pueblo está sin trabajo o buscando el sustento por cualquier medio, mira asombrado el enriquecimiento de unos cuantos personajes que tuvieron la idea de conseguir “permiso” para instalar máquinas tragamonedas a lo largo y ancho del país, enriqueciendo subrepticiamente a sus organizadores que, por sistema inveterado, alguna gracia o ventaja habrán recibido los cercanos al poder. El juego, recordemos, fue uno de los grandes dominios de Al Capone.

Mientras se daba carta blanca a este negocio –ilegal pero socorrido– se iba reduciendo, por causa de factores políticos, las oportunidades de trabajo. Ya ni siquiera había motivo para emigrar, pues con la crisis generalizada se cerraron los mercados extranjeros y, por consecuencia, las remesas de inmigrantes comenzaron a escasear, afectando así a nuestra economía.

La verdad pura y simple es que no conocemos nuestro destino. Sin brújula ni sextante, estamos a la deriva. Pero lo más urgente es crear fuentes de trabajo, no hay otra manera. Cuando estas faltan, la gente se pone un puñal al cinto y comete atrocidades como las que se están viviendo ahora.

El Presidente dice que encontró una “huaca” que formará parte de los recursos asignados para el salvataje de la crisis de administración que adolece el país. Pero eso no es todo, para reactivar económicamente al país se necesita un empresariado fuerte y un catálogo de negocios que contribuyan con eficiencia a vitalizar la economía tan venida a menos.

Además, se necesita una infraestructura fuerte –agua y energía– con la capacidad necesaria y la autonomía suficiente que pueda repatriar sus utilidades, aunque sea parcialmente, y dejar reservas para el desarrollo y el futuro. La bonanza también puede traer desorden.

Por mala fortuna las características del Gobierno actual no dan lugar a mucho retoque, por más que se hable de revolución. Por otra parte, la agenda del Presidente debe estar muy llena de compromisos que lo llevan a viajar constantemente, que parecería que sus cercanos consejeros estuvieran siempre buscándole las oportunidades para realzar su personalidad, mientras el topo hace su trabajo bajo tierra.