jueves, julio 17, 2008

‘Ora pro nobis…’

Lo que está pasando con los precios (el alza ya no es contenible, principalmente los de primera necesidad y consumo para la vida) es la edición de lo que ya está grabado en la historia de nuestro país, y en la de muchos otros cuando se produce el desfase en la conducción política, y la política económica se la sustituye confiando en el adormecimiento del pueblo.La economía del país ya venía soportando un repunte inflacionario como producto de una serie de factores manejados por el Gobierno, con intención o sin ella; que luego rápidamente inciden sobre la economía en general. El viento del impropio manejo del desarrollo económico (si de tal se puede hablar) va convirtiendo en cenizas el producto del trabajo. Desciende rápidamente el valor agregado (aumento de desempleo), baja el consumo por falta de compradores, la producción se estanca o baja (igual con sus precios), la especulación hace cosecha, y todo el proceso de producción y consumo se desestabiliza y las economías individuales se pulverizan: economía aplicada elemental.Desde luego se debe suponer que todo esto ocurre en el mercado, término que las ideologías de izquierda tratan de eliminar o ignorar, pero que a la larga ellos mismos caen víctimas cuando tienen que recurrir a él. Por más que se estrujan el cerebro los políticos, las leyes básicas de la economía solo pueden ser momentáneamente forzadas con disposiciones estatales, pero no reemplazadas. Se atenúa el golpe de las olas construyendo una escollera, pero no se pueden eliminar las olas.No han faltado advertencias acerca del deterioro de la economía nuestra, a la cual se podría agregar el que está pasando Estados Unidos (la globalización trae efectos paralelos); sin embargo, no han habido golpes de timón que cambiaran el mal rumbo que se lleva, a pesar de los recursos ingentes del petróleo que han servido para mantener la improductividad y la consecuente pobreza. (Mayores recursos versus baja de producción = baja productividad, y sus consecuencias sociales).El dinero en forma de capital/ahorro es tan huidizo como el agua entre los dedos. Cuándo se recuperará la confianza, es de pronóstico reservado, porque al parecer aún no termina la depuración que dejaría inmune al desarrollo económico del país para luego, tal vez, sobre terreno limpio, surja una nueva realidad.Las tendencias están claras, no hay alternativas. Lo único cierto es que la inversión huye en el preciso momento en que el mundo demanda por lo menos el punto de equilibrio en la producción alimentaria. Hace rato se viene demandando incremento en la producción de alimentos. Con el movimiento demográfico global no había que ser un Nobel o un predestinado para intuir consecuencias. Mientras todos los días en el mundo se reúnen cónclaves para luchar contra la pobreza, se prefiere la inversión en el desarrollo tecnológico.Hoy más que antes la crisis agrícola del mundo puede ser nuestra oportunidad, si entendemos bien el panorama económico y la ecología que lo rodea. Pero como todo proyecto demanda inversión, el Gobierno debe principiar por armar una buena actitud de confianza.

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