jueves, marzo 11, 2010

La Salud

A medida que la población crece, la demanda por atención también crece exponencialmente. En los países pobres las enfermedades y la mala salud abundan en razón de la ignorancia y la escasez, por no decir ausencia de recursos o atender a esa necesidad imperiosa de la vida humana.

El Ecuador adolece de esta terrible carencia porque sus recursos, esencialmente desde que apareció el petróleo, el dinero proveniente de la venta ha venido formando parte del dinero del superávit presupuestario que genera el gasto discriminatorio en el presupuesto nacional.

El gasto en salud demanda la existencia de una infraestructura básica. No se puede atender a los pacientes en media calle ni intentar un diagnóstico a la sordina, sin previos análisis, todo lo cual demanda profesionales bien preparados para internarse en esa maravilla perfecta que es el cuerpo humano y sus dolencias.

Es, por lo tanto, censurable que el gobierno actual no entienda el error social y económico que la actitud política significa y trate de enmendarlo. Para un buen administrador, igual que para un buen presidente, hay mucho lo que se tiene que hacer pero la prioridad es lo que se debe hacer.

La infraestructura hospitalaria y para el cuidado de la salud es todavía muy pobre en el sentido físico, económico y, en cierta manera, el científico. Se necesitan más doctores, edificios, camas, enfermeras y mucho personal especializado para el manejo de equipos de prevención, tratamiento ambulatorio, enfermeras y personal para el área administrativa.

Pensé en algún momento que el nuevo gobierno le entraría con fuerza al área de salud para remediar una de las básicas carencias en la administración, en consideración a las condiciones tan precarias de esta área que es notoria en todo el país con la presencia de las largas colas, los rostros famélicos y los niños agonizantes.

También pensé que con el dinero chino, la salud y los medios de prevenir las enfermedades y de atenderlas sin que sepan a caridad cambiarían con el régimen socialista.

Pero ocurre que para el socialismo del siglo XXI este problema dramático es de segunda importancia frente a los que genera el nuevo estatus, cuya estructura hay que repensarla para modificarla a tiempo. El sistema y la política actual ya están envejecidos, y si se argumenta que las que existen por inversión privada no son suficientes o no cumplen sus objetivos, hay que complementarlas.

Con pueblo sano habrá más contribuyentes y más inteligencia común que proporcionen la clarividencia que necesita el gobierno de ahora para reflotar al país del estado de confusión que, quiérase o no reconocer, existe.

Cada día se conoce con más énfasis la contaminación del ambiente, y es casi seguro que por los estragos del mal tiempo que también se sufre, las enfermedades van a proliferar no sabemos en qué medida.

No se puede creer que el gobierno Correa esté pasando por alto el tema vital de la salud. Lo que ocurre como en todo gobierno es que quien está más cerca del mandatario es el que consigue más gabelas.

La población ecuatoriana envejece.

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