jueves, septiembre 14, 2006

Tecnología y transporte

Hasta lo que se conoce, la Metrovía no es un sistema improvisado de transporte público citadino en el mundo. En grandes ciudades funciona y es eficaz para el transporte masivo de la población. Para Guayaquil es una innovación, y una innovación es beneficiosa cuando pasa la prueba del mercado.La ciudad desde hace “fu” necesitaba, demandaba, exigía otra alternativa capaz de reemplazar o competir con la forma desordenada y caótica del transporte masivo para el cual el usuario no era un ser humano sino un fardo que podía ser tratado de cualquier manera al subir, al viajar y al bajar de cualesquiera unidad, ruta o destino. Un transporte masivo encapsulado del cual no se podía escapar, sin escuchar “lindezas”, cuando el conductor no estaba soñoliento o el usuario dispuesto a subir o bajar “al andar”. De otra parte, el usuario también había adquirido, por complacencia del chofer, la costumbre de subir o de bajar del bus en el sitio que le convenía. Todo esto dentro de un contexto caótico en el que no se estaba libre de choques, atropellos y muerte en la vía. El drama lo conoce y lo sufre la población en general. Ni para qué mencionar la contaminación, el ruido y la mugre.El transporte masivo de la población mediante líneas de buses monopolísticas hoy afronta la competencia. A pesar de las ácidas críticas de grupos que no quieren aceptar el cambio de estatus, la administración de la ciudad está interesada en crear una nueva sociedad, transformándola en una que viva el cambio global que está ocurriendo en el mundo desde la mitad del siglo pasado.Guayaquil está en proceso de transformación. Esto hay que entenderlo muy bien para no entrar en críticas desentonadas y deslucidas. La ciudad ha crecido en forma desordenada durante los últimos años. Desde hace unos diez años a esta parte cambió radicalmente el gerenciamiento de Guayaquil, desde luego con los consiguientes problemas y soluciones, que resultan en todo crecimiento. Quien conoció esta ciudad, por ejemplo, hace cincuenta o sesenta años y la viera como es hoy, se asombraría.No se trata de un crecimiento lineal o vegetativo. La lucha para lograr una nueva cultura de responsabilidad citadina está dando frutos; y aquello que es de beneficio para la sociedad guayaquileña debe ser imparcialmente apoyado, señalando las fallas y vacíos, sin sectarismos u odios ocultos porque, recordémoslo, en Guayaquil viven tendencias políticas de todo matiz, y el gobierno municipal es para todos. Al parecer han terminado los tiempos en que las obras públicas se hacían dirigidas por banderías políticas.La Metrovía es obra positiva para Guayaquil y sus vecindarios. Es parte del aprovechamiento de la tecnología de la innovación aplicada al transporte masivo en una ciudad, que seguirá creciendo y demandando más servicios. El futuro está llegando. Las ciudades crecen y demandan. En muchas ocasiones, la mayoría de las veces, las demandas son superiores a los recursos, pero si el contribuyente siente los beneficios de lo que le cuesta el progreso, lucha por que se mantenga.Hay que construir socialmente. La Metrovía es el intento de resolver un problema humano. El usuario va aceptando la solución. Ya se observan vehículos de la Metrovía llenos de pasajeros, que a su lado corren buses discriminatorios (ejecutivos, selectivos, populares, etcétera) casi vacíos. Es la prueba del mercado. El transporte en buses no va a desaparecer, pero no va a tener el peso social que ahora tiene.

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