jueves, abril 12, 2007

Apéndices

Una administración eficiente demanda la existencia de instituciones eficientes de gobierno que cumplan, en beneficio de la sociedad, con los objetivos para las que son creadas.Es tendencia mundial crear organizaciones que actúen en labores adicionales y específicas en las cuales, temporal o definitivamente, el Gobierno desea tener un organismo especializado y, en ocasiones, autónomo, para que atienda una función concreta. Hay que considerar la necesidad de dos factores importantes: la temporalidad y los recursos físicos, humanos y económicos. Cumplida la misión, o terminado el problema que obligó a su creación, el ente desaparece –ni se lo duerme ni se lo congela–. Su misión fenece.Pero ocurre que las instituciones, cuando son gubernamentales, en ocasiones se convierten en reducto o en nichos políticos, y sirven para aumentar la burocracia, complicando las cosas, para justificar su existencia.Por tal motivo, cada nuevo gobierno que llega necesita y debe revisar un inventario actualizado de estas empresas, apéndices o agregados.¿Cuántos de estos apéndices existen en el gobierno ecuatoriano? ¿Cuánto pesan en el presupuesto nacional? Nadie lo sabe.Pero como toda o casi todas son instituciones de servicio –intangibles–, su costo se confunde entre el paquete de lo necesario, lo superfluo y el ego del mando.De otro canto, el propio gobierno tiene que hacerse de la vista gorda –lo que significa que no desconoce la situación–, pero que necesita tener a la mano este fenómeno deformante de una eficiente administración, para cumplir compromisos electorales. (Los médicos reconocen que si se extirpa un apéndice nada pasa; un apéndice no es un órgano con funciones precisas y esenciales para la vida).Como el presidente Rafael Correa está empeñado en hacer una administración diferente, debe eliminar la hojarasca que hay en el camino. Pero tiene que buscar la fórmula adecuada, no traumática, que le permita hacer una administración sin baches.Administrar un país va más allá de lo que es una empresa, porque hay que gobernar. Hay factores adicionales: leyes específicas, influencias y presiones diferentes, intereses creados antes, durante y después, etcétera, que, por muchos títulos y diplomas que tenga quien vaya a manejar un organismo de estos, no aprende de las circunstancias características en la universidad, sino en la experiencia activa que se tiene en el transcurso de la vida.Por la parte política, el propio Presidente no se sentirá inclinado a desprenderse de estos apéndices, que le sirven para sostenerse por diferentes medios, pero valdría el esfuerzo de designar una organización dentro de las existentes, que estudie la necesidad, la existencia, la redundancia que provocan, y la línea sinuosa que significan para las rápidas y grandes decisiones.Si los recursos que se liberen en la acción se los utiliza en educación (nuevas formas) y salud (que el sector privado está cubriéndolo en algunos casos), que son áreas desprotegidas, se habrá contribuido al desarrollo del país y a la motivación de la población que no quiere más de lo mismo.El país está saturado de política, de la buena y de la mala. El tiempo productivo está en manejar un buen plan económico de si pagamos, no pagamos y finalmente pagamos.

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