lunes, noviembre 02, 2009

Hoy, ¿y mañana qué...?

Los tiempos que estamos viviendo en Ecuador son bastantes tormentosos, casi se diría que se está en una fase tan crítica que parecería estar a punto de la disolución. Las noticias más frescas son de tal naturaleza que pareciera merengue en que se está viviendo; tiene las características de un remolino, que cada vez chupa más y más nuestra integridad de nación.

La corrupción, el peculado, el abuso con los fondos públicos, los grupos de presión que exigen su parte en el pastel gubernamental de hoy, los conflictos con los universitarios y con los indígenas, están llevando al Gobierno actual a afrontar una situación que cada vez más se torna prácticamente peligrosa y políticamente considerada.

¿Qué tenemos en contrapartida para anular o neutralizar toda estas irregularidades, que solo puedan provenir del Gobierno?

Según las noticias aterradoras dadas por la prensa, mientras el pueblo está sin trabajo o buscando el sustento por cualquier medio, mira asombrado el enriquecimiento de unos cuantos personajes que tuvieron la idea de conseguir “permiso” para instalar máquinas tragamonedas a lo largo y ancho del país, enriqueciendo subrepticiamente a sus organizadores que, por sistema inveterado, alguna gracia o ventaja habrán recibido los cercanos al poder. El juego, recordemos, fue uno de los grandes dominios de Al Capone.

Mientras se daba carta blanca a este negocio –ilegal pero socorrido– se iba reduciendo, por causa de factores políticos, las oportunidades de trabajo. Ya ni siquiera había motivo para emigrar, pues con la crisis generalizada se cerraron los mercados extranjeros y, por consecuencia, las remesas de inmigrantes comenzaron a escasear, afectando así a nuestra economía.

La verdad pura y simple es que no conocemos nuestro destino. Sin brújula ni sextante, estamos a la deriva. Pero lo más urgente es crear fuentes de trabajo, no hay otra manera. Cuando estas faltan, la gente se pone un puñal al cinto y comete atrocidades como las que se están viviendo ahora.

El Presidente dice que encontró una “huaca” que formará parte de los recursos asignados para el salvataje de la crisis de administración que adolece el país. Pero eso no es todo, para reactivar económicamente al país se necesita un empresariado fuerte y un catálogo de negocios que contribuyan con eficiencia a vitalizar la economía tan venida a menos.

Además, se necesita una infraestructura fuerte –agua y energía– con la capacidad necesaria y la autonomía suficiente que pueda repatriar sus utilidades, aunque sea parcialmente, y dejar reservas para el desarrollo y el futuro. La bonanza también puede traer desorden.

Por mala fortuna las características del Gobierno actual no dan lugar a mucho retoque, por más que se hable de revolución. Por otra parte, la agenda del Presidente debe estar muy llena de compromisos que lo llevan a viajar constantemente, que parecería que sus cercanos consejeros estuvieran siempre buscándole las oportunidades para realzar su personalidad, mientras el topo hace su trabajo bajo tierra.

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