miércoles, enero 06, 2010

El incierto porvenir

Por más que se quiera encubrir la realidad que estamos viviendo en Ecuador, hay que reconocer que no es el cambio hacia un sistema político claramente definido y definible. La carencia absoluta de líderes en quienes la gente esté poseída, que tienen como ideal servir al pueblo que los elige, y que luego resultan en una argolla explotadora de los recursos del país sigue siendo un signo.

Ecuador viene desde hace rato, buscando cambio y desarrollo. Ve cómo a sus costados esto ocurre, aunque también tiene cerca de sus fronteras el antidesarrollo. Para justificar la revolución que nos advierten que existe, se crea un total desorden en todos los órdenes, se yergue atacando a los medios, y van creando los organismos que se adecuan al nuevo paradigma.

Pueden cambiarse sistemas, métodos, modelos y estos son movidos y removidos hasta dar con una masa diferente; pero es distinto el tratamiento político de quien aspire a ser un líder, conductor de un pueblo.

El líder administra, dirige y estimula hacia el objetivo de su gobierno, pues envuelto en una mística de su misión, va limpiando el camino que debe seguir su pueblo, para cumplir sus metas.

En Ecuador perdimos el rumbo de nuestro destino, largo tiempo atrás. El Gobierno actual llegó dizque a limpiar la casa, firmando contratos a troche y moche, mientras el país retrocede por falta de agua y energía, más todas las fallas administrativas que estamos viendo y sufriendo a diario, y que los medios no pueden dar las noticias porque el rasero de la censura no lo permite, so pena de incurrir en lo que ya ha sucedido con algunos medios.

El ambiente no es lo favorable que se espera para hacer un buen gobierno. El Mandatario aduce que existe conspiración para desestabilizarlo. Difícil creer; pero lo que sí puede ser cierto es que se va aumentando cada día el deseo del cambio prometido, antes de que sea demasiado tarde.

Para ver reflejada la revolución en marcha, la gente primero necesita sentir los beneficios en su vida diaria, en los precios de los alimentos para sus hijos, y el trabajo que es lo que más dignifica al ser humano y le sirve para proteger su futuro.

Pero las tendencias indican que las cosas no serán de acuerdo con el discurso oficial y la copia xérox de las tendencias. Hay distancia.

Nadie se atreve a pronosticar el final ecuatoriano. Pronto empezarán los jerarcas a pelearse el botín: todos querrán nuestro petróleo y la ilimitada feracidad de su tierra.

Lo que hasta aquí está escrito, es pequeña parte que sirva una vez más para recordar al Presidente que llega un día en que las masas son incontrolables, y esta actitud sería muy difícil de manejarla. La sana rebelión hay que cortarla a tiempo, tiene el poder en sus manos.

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