jueves, febrero 16, 2006

Desarrollo económico

Ya resulta cansado y hasta aburrido sin conseguir reacción, repetir que el Ecuador es un país sin rumbo… sin destino… sin objetivos que valgan la pena de luchar para conseguirlos o para oponernos. Actitudes políticas de conventillo llevan a diario a ser noticia de primera página en nuestros medios, y marginales en las transnacionales. Triste es reconocer que con tantos valores intelectuales, cívicos y económicos, hay que sobrevivir en el torrente de la incuria, la dejadez y el enfrentamiento político, sin saber, por desgracia quién se beneficia, pero sí a quién se perjudica y se daña.Mientras tanto, el país se regionaliza, se dividen las justas aspiraciones de los pueblos y se diluye cualesquiera actitudes positivas que pudieran existir en el fondo. Con una carencia de líderes, las contiendas electorales sirven para desnudar a quienes pretenden saltar a la palestra siendo neopolíticos. Un poquito de historia no basta para encabezar la lucha cuando no se ha marcado el rumbo.El país carece de macrodesarrollo económico. Lo cual equivale a expresar que el Gobierno, también al igual que otros, es fiscalista: todo lo que pueda decidir el Gobierno es bueno para el país. Se nos hace comulgar con una gran mentira, mientras se despilfarra el crédito; se destruye el ahorro individual mandando el fondo de reserva al consumo que incrementa la inflación; se desconocen los canales oscuros por donde circula el dinero del petróleo, mientras se ahoga a Petroecuador vía iliquidez y compleja burocracia; se atosiga al país con el conflicto colombiano, la Base de Manta y el TLC; y un largo etcétera que marca el caos de la economía con un tatuaje que dice: caos económico.Como resultado ahora todos tenemos que ser consumidores de noticias políticas. Se observa una total ruptura entre política-política y política-económica, mientras en el medio bailan alegremente los intereses particulares, olvidando el desarrollo económico nacional: lo que no es bueno para mis intereses, no sirve al desarrollo ecuatoriano.La ventisca aviva la mediocridad política. Desde la década del setenta, cuando apareció el petróleo, se acentuaron las ambiciones y se complicaron las acciones políticas. Asomaron nuevos personajes que vivían en la oscuridad como los topos, y desafiaron la lógica lucha para hacer méritos; con la improvisación y lo repentino, la incuria y el oportunismo avanzaron al mercado de la oferta política, y se generó tanto advenedizo, que por evolución jamás habrían llegado al lugar en que están.Apareció el caos, y el caos es falta de orden, de programa, de objetivo. La Consulta, puede que sea beneficiosa en el largo plazo; pero por el momento lo que se ha conseguido es alborotar el cotarro, resucitar ambiciones y conseguir que el electorado pase por alto las exigencias del desarrollo económico.Se le está pasando la oportunidad al país. El mercadeo político domina el mercado del desarrollo económico. El paso efímero de tanto ministro de Economía, con talento o sin él, con sabiduría o sin ella, no ha dejado poner empeño en la mística del desarrollo económico, que demanda trabajo duro no solamente viajes a Washington.

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