jueves, diciembre 13, 2007

Toque de atención

El futuro ya no es lo que solía ser, dice un adagio futurista. Venezuela acaba de hacer una advertencia que sirve para prevenir al mundo de la gobernabilidad política cómo será el resultado de las fuerzas políticas que actúan en sentido contrario a la democracia que los ciudadanos quieren o persiguen de sus gobiernos.La protesta contra el gobierno de ese país ha sido silenciosa. Se ha manifestado tranquila en una votación adversa al gobierno del presidente Chávez. Así van a ser las revoluciones políticas del futuro, sin sangre.El caso venezolano se está extendiendo por América Latina. Los pueblos ya saben que los gobiernos no son autónomos. Y que las acciones políticas que toman son porque quienes resultan ser los mandatarios, fueron elegidos para serlo de una democracia que vaya borrando las inequidades de malas administraciones.El pueblo venezolano tiene recursos naturales suficientes para cubrir su presupuesto nacional: vende su petróleo a Estados Unidos, principal comprador. Siendo este recurso tan importante, hasta se podría decir que tal país es petrodependiente.Chávez está buscando los plenos poderes para justificar sus presentes acciones y las que tiene en carpeta. El pueblo, los votantes en particular, pueden ser analfabetos, no podrán leer la prensa, pero la tal ignorancia sobre política pública murió al aparecer la televisión y la radio. ¡Qué esfuerzo habrá tenido que hacer el presidente Chávez y sus seguidores para neutralizar el NO y aumentar el Sí! Cualquier comentario de su parte que aparezca como gentil, generoso o resignado no es creíble, y será suficiente para desatar su intemperancia y su aspiración de plenos poderes vitalicios.El presidente Chávez estará inquieto. Un militar con un bagaje político más su espíritu como el que tiene, y más la sangre en el ojo que le puso la votación, y que no lo dejará tranquilo, harán que los días que vengan sean oscuros, inciertos y con olor a Tiannanmen.Los estudiantes universitarios venezolanos son la fuerza política que marca el rechazo a las aspiraciones vitalicias en el poder. América Latina ya no aguanta esos trajines. Las elecciones son para cambiar la faz del país, para innovar, y desaparecer los paradigmas que en vez de desarrollar retrasan. Pero, por sobre todo, los pueblos quieren democracia, equidad, que es lo que los políticos nos han enseñado a buscar y perseguir.La lección venezolana bien vale la pena escudriñarla con lupa para que el mandatario ecuatoriano evite los errores políticos de comisión u omisión. Hasta la saciedad hay que repetirle a los políticos de hoy –que no tienen la sagacidad y la astucia del quehacer de los de ayer– que su responsabilidad representativa es más visible y más pública que antes. La información se filtra por todos los resquicios mediáticos y de una u otra manera la comunidad ecuatoriana puede clasificar los valores que hoy tienen en sus acciones y decisiones para el futuro.Contra la dureza del Presidente venezolano han aparecido de pronto los disidentes anónimos, esas fuerzas que ocultas son eso: fuerzas ocultas transformadoras, que equivalen al toque de atención. Ha comenzado el desgaste.

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