sábado, febrero 02, 2008

Protesta y dignidad

Guayaquil, los guayaquileños y los que no lo son acabamos de mostrar, en multitud no contratada, cómo saliendo a las calles se puede protestar contra la falta de equidad y justicia por parte del Gobierno centralista y regionalista.La marcha-protesta del pasado 24 de enero del 2008, aunque numerosísima en concurrencia, ya tiene el significado histórico de haber reunido todas las banderías, razas, edades y profesiones para protestar contra la discriminación planificada que ejerce el presidente Rafael Correa y sus adláteres en el Gobierno.¿Cuál podría ser el origen de tanto odio a Guayaquil cuando el mismo presidente Correa proclama ser guayaquileño, renegando con sus acciones de su afecto a su propia tierra, y querer minimizarla y destruirla aunque no sea físicamente? Que siente odio por el alcalde Jaime Nebot y el ex alcalde y ex presidente León Febres-Cordero, no justifica querer destruir a un hombre y a una ciudad, y arruinar el esfuerzo de sus habitantes.¿O es que acaso no acepta el señor Correa que haya otro hombre de gran popularidad, capacidad de liderazgo y buen administrador de los bienes y recursos de esta ciudad?¿No será suficiente para que el presidente Correa cambie sus manifiestos altisonantes epítetos repletos de soberbia, arrogancia y egolatría, rectifique con la lección que la asamblea de los habitantes de Guayaquil acabamos de darle en las calles, con la mayor cordura que puede dar una población heterogénea, pero que busca equidad y un decente trato gubernamental?Guayaquil no quiere confrontación, pero el Presidente la busca desde todo ángulo posible, minimizando, entorpeciendo o neutralizando cualesquiera medidas por elementales que sean para taponar las vías del futuro para la ciudad. Su comportamiento (el del Presidente) ha dejado de ser el del mandatario que fue elegido en democracia, y más vale se aproxima al del déspota que quisiera saciar en tal estilo sus frustraciones de cualquier laya que haya tenido.Lo curioso de todo y que habría que averiguar son las causas fisiológicas dedicadas con exclusividad a Guayaquil. ¿Acaso es porque se trata de una ciudad, capital de una provincia muy rendidora para el gasto gubernamental? ¿O tal vez porque ve en el alcalde Nebot un funcionario lo suficientemente competitivo para su estatus gubernamental? Y, lo más sorprendente, ¿cómo ha conseguido el presidente Correa silenciar a los demás municipios de la República del Ecuador, de tal manera que con ese silencio aparezcan solidarios con la actitud destructiva (que no es transformadora) de las instituciones del país?Ojalá que el Presidente y sus asesores puedan ver la nueva realidad que ha marcado la marcha de protesta de Guayaquil. Nebot es líder en Guayaquil por su trabajo en beneficio de la ciudad y por su demostrada capacidad de convocatoria. Para realizar la marcha de protesta no ha necesitado traer gente extraña. La obra realizada, por celos que despierte, está visible y ojalá no se quiera destruirla con subterfugios legalistas. Mientras más se intente minimizarla, más grande será. Recordemos a Carnegie: “Nadie patea a un perro muerto”.

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