miércoles, febrero 06, 2008

Señales de alerta

Los negocios, fuente principal en la generación de la riqueza nacional, están sufriendo serios daños en su economía por consecuencia de la incertidumbre, sospechas y amenazas de la promulgación de leyes que afectarán, indudablemente, a su desarrollo.Ya es visible y notorio el cierre de algunos negocios “por inventario, por cambio de local, por renovación de existencias”, etcétera, pero la observación –y la curiosidad– indican que se trata, en la mayoría, de defunciones que van minando la economía del país.Las empresas de negocios, generalmente las pequeñas que son las que menos resisten o las subadministradas son las primeras y más afectadas, por ser las más vulnerables a las intervenciones gubernamentales, sean que provengan desde el campo económico o del político.Hay que aceptar que se vive un régimen de cambios bruscos y traumáticos: bruscos en el sentido de lo sorpresivo sin solución de continuidad, y traumáticos por el costo de los perjuicios que se infieren con algunos despropósitos; unos de coyuntura y otros de estructura.Estos cambios, hasta ahora relativamente digeribles, son la precedencia de lo que significa preparar el terreno para lo que parece que hay en la disposición gubernamental para cambiar el camino de la sociedad ecuatoriana. No me atrevo a señalar cuáles serían estos cambios, pero se los sospecha (como hasta ahora) similares a la agenda de Venezuela todavía inconclusos.Por consecuencia de estos cambios y los que vendrán se siente ya una etapa preliminar a la recesión, cuando comienza el trastorno en toda la economía: baja sustancialmente el consumo (demanda), se estanca la producción, no hay nuevas inversiones y la industria solo mantiene sus instalaciones arriesgando la calidad del producto; aumenta el desempleo (acaban de ponerse en duda las cifras del BC una vez más con sus consecuencias negativas), se desperdician los recursos naturales, y una serie de efectos negativos que impactan directamente en la economía nacional. Además, el tiempo inactivo transcurrido y la desvalorización monetaria, generan un costo altísimo por la improductividad de los recursos naturales.Mientras tanto, seguirá el éxodo de ecuatorianos, estando con suerte aumentarán las remesas de dinero y se seguirá apalancado en estos dos recursos de futuro volátil.Hay ciertos síntomas en el comportamiento que parecen indicar que la orientación de la dirección económica está postergada, supeditada por la política: que está trasladando el efecto positivo de la inversión privada al control gubernamental, lo cual genera gobiernos despóticos y cerrados.Es importante, y hasta clamoroso, que el Presidente sea productivo, movilizando áreas con capacidad de bienestar y empleos.El presidente Bush en su discurso del 28 de enero de este año, ha puesto alerta al mundo, cuando lanza la advertencia que hay preocupación en su país por la desaceleración de la economía en un contexto de incertidumbre. El dirigente del país más poderoso del mundo –que a la vez es nuestro principal comprador– es indicativo de los peligros de una recesión económica. Si el mal llega al Ecuador (cuando Estados Unidos estornuda, al Ecuador le da pulmonía) su economía no tiene cómo aguantar, porque ahora vive con un déficit que hoy se cubre con el velo, bastante manoseado, del petróleo.Las medidas hay que tomarlas a tiempo. Se necesita visión estratégica.

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