jueves, mayo 01, 2008

Desmoralización

Política y economía son dos factores cuya gestión inteligente debe ser manejada con sutileza y equilibrio por parte de la administración para conseguir sus objetivos de gobernar bien una institución. La filosofía política que practican algunos de los gobiernos de instituciones –casi siempre no bien aplicada– lleva en sus entrañas el germen para su autodestrucción. Es por eso, por las enormes expectativas que crean con sus promesas, más allá de lo posible, al poco tiempo llega la frustración de las masas que convierten en oposición política la falta de cumplimiento.Los recursos de todo tipo con que un administrador cuenta, son limitados. El conocimiento, el capital como tal, y hasta la gente tienen sus fronteras más allá de las cuales hay un punto de saturación. Por este motivo quien aspire a mandatario debe mantener una perspectiva realista para saber lo que puede hacer y lo que no puede o no debe prometer o hacer. De otro canto, si no se toma en cuenta la limitación inexorable del tiempo, igual será la desilusión.Un nuevo administrador encabeza, siempre, una revolución positiva (que luego por su falta de tacto político se puede invertir). La opinión pública es muy sensible e influenciable. Por lo cual se necesita un equilibrio entre los dos factores antes mencionados, ni mucha política ni mucha economía.El exceso de medidas políticas conlleva a la población a percibir un desgobierno que juega a la gallina ciega, que es una revolución a favor de nadie; mientras que la falta o exceso de medidas económicas reflejaría desconocimiento de los factores de creación de riqueza. La gran pregunta es: ¿qué se destruye y qué se crea, en cada caso?La clave de la eficiencia empresarial es el recurso humano. Cada día el administrador se vuelve más exigente y consciente de esta realidad ante el más aparentemente lejano detalle cuando compra una máquina, analiza sus cualidades y calidad, y sabe que no puede fracasar en su uso y ventajas, porque pierde lo invertido.¿Qué se hace con el recurso humano? Muchas empresas toman deportivamente la contratación de personal, y no profundizan en sus características para determinar cuál podría ser la contribución a los fines y objetivos de la empresa, que en ocasiones ni siquiera se toman el trabajo de hacérselos conocer. (Por cierto que también hay empresas que funcionan sin objetivos. Pronto llegan a ser obsoletas).Así como se determina el sitio, la energía necesaria, la producción que se debe obtener de la máquina, los mismos fines con características humanas, deben servir para manejar al empleado, a lo que habría que añadir un proceso metódico de motivación y orgullo hacia su función. Recuerden la anécdota de los tres albañiles: el primero dijo que colocaba ladrillos, el segundo que construía una pared, y el tercero, motivado, dijo: estoy construyendo una catedral…El empleado u obrero tiene derecho a ser mandado por alguien “superior” a él. Han pasado los tiempos de la cara aterradora del mayordomo o el sobrestante, y del castigo. El empleado o el obrero tienen un tipo de instrucción superior y diferente a los de hace cuatro o cinco décadas. Por lo tanto, las características de deber y responsabilidades que implante la administración de hoy no son las mismas a las de años atrás.Si la gerencia superior descuida el campo, tendrá desmoralización y sus consecuencias.

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