jueves, abril 20, 2006

Empresas y negocios envejecientes

Se vive una era de competitividad. La velocidad del cambio global, con países que lo lideran e inmensas empresas que dominan los mercados –cantidades y precios–, están obligando a transformar los negocios y las mentalidades empresariales y administradoras. El poder de la permanencia no es una garantía: se está diluyendo.La consecuencia de esta evolución –más bien se la podría llamar revolución en razón de que hay casos de destrucción– es que origina una discontinuidad en el devenir de las sociedades, que fractura totalmente los rancios y aparentemente fijos paradigmas consagrados hasta el término de la II Guerra Mundial.El empresariado mundial desde entonces comenzó a ver sus interrelaciones con el nuevo prisma de la tecnología y la información. Así se origina la aceleración con que ocurre el cambio en nuestros días.La velocidad de este proceso ya no pasa desapercibida en el mundo de las organizaciones. Muchas lo aceptan, pero están tan atados a la tradición que no logran darse cuenta de la senilidad a la que han llegado. Otros, víctimas de la arrogancia de sus altas jerarquías, consideran que el mercado nunca las abandonará; que se rompe cuando aparecen sustitutos y reemplazos con otros componentes de la cadena de valor. No hay que dejar de pensar que por mucho dinero que haya en el mundo del consumidor, si este no aprecia el beneficio que busca y recibe por lo que paga, abandonará su demanda.Los mercados se recomponen, hay un cambio profundo –el maquillaje puede no ser suficiente–; tanto que llevan al cambio y/o desaparición de algunos productos nacionales o internacionales de los cuales solo queda el buen nombre, o han sido sustituidos por otros más acordes con la época, la moda y la economía.Algunos de estos negocios/empresas ya recibieron la lección del mercado. Otros están envejeciendo casi sin darse cuenta que la lógica del cambio y el desarrollo vienen más rápido de lo esperado, y que la tecnología obliga a nuevas reglas para estar presente.Nuestros gobiernos vienen sin entender todavía los procesos de cambio. No hay, ni tampoco ha habido, leyes y políticas económicas que movilicen masivamente mentes y capitales en las direcciones estratégicas que el país requiere para su desarrollo, para distribuir mejor la riqueza transformando la educación y atendiendo a la asistencia pública; el incremento del ingreso per cápita; y el de convertir a los pobres en seres productivos, alejando así la violencia y la improductividad. ¿Acaso no sería esta una fórmula para rectificar el “error” del privilegio que significa que el diferencial del incremento en el precio internacional del petróleo solo vaya en beneficio de las empresas petroleras?Hay empresas y negocios que no resistirán el embate de la globalización. La movilización demográfica (uno de varios factores) está llevando a la gente a nuevas concentraciones y nuevas formas de consumir. Los propios estudios de mercado tendrán, por tanto, su lógica y su metodología, las bases seguirán siendo las cifras, pero más importante será el concepto.

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