jueves, octubre 26, 2006

Llegó el día

La parte más espesa, tupida y apretada del proceso electoral terminó, con resultados sorpresivos, frente a los cálculos que hicieron los vaticinadores. Para la segunda vuelta los dos contendores ya son conocidos por sus antecedentes, experiencia, capacidad de lucha, financiamiento, penetración en el electorado, y hasta por sus padrinos. Es decir, la sociedad ecuatoriana decidirá, en próximos días, quién será el jefe del país. La duda está en que si sabrán administrarlo.La herencia de problemas que recibirá el próximo presidente no es posible medirla en sus consecuencias. Aparte de la falta de confianza en el devenir político y el escape de capitales ante la incertidumbre hasta que la situación esté transparente, el Ecuador entrará en trance de alto costo político. Son dos fuerzas numéricamente iguales que van a contender, a las cuales no se les puede negar el trasfondo.Se aproxima una contienda. Para el ganador significará ser el producto de una fragua política. El ojo del huracán no estará en el sillón presidencial sino en el Congreso, en donde las fuerzas políticas harán trincheras. No se trata de una segunda vuelta natural: juzgarla en forma simple es equivocado.Después de la primera el electorado, se reconoce, está fragmentado. Se ha formado un segundo entorno estructural para las próximas elecciones; no me atrevería a creer que solo entre politólogos y analistas políticos puedan resolver el problema. El candidato que logre trabajar la mejor estrategia competitiva será el triunfador. La estrategia tendrá que ser diferente; no será de bulto, sino inteligente, competitiva.Vendrán días de mucha percepción y se vivirá electoralmente muy proclive al error, porque la percepción política no juega igual con la lógica de la política. En el juego electoral si hay tinte ideológico al crear la estrategia competitiva se corre el peligro de que la parte contraria lo intuya y le ponga su contramarca. Las fuerzas que compiten, hay que reconocerlo tienen calidades diferentes. De tal manera que la aritmética no es todo.Los contendores –porque eso es lo que son– tienen ahora que ser claros y convincentes; hablar de resolver realidades que están llevando al país a la disolución. Se acabó la retórica política, los saraos y las presentaciones de tiempo atrás. El Ecuador y sus votantes tienen que vivir la realidad: tienen que saber qué va a pasar con el desarrollo económico, social y cultural; con sus temas internacionales, con sus temas de producción y pobreza, y un gran etcétera.Los temas son calientes. El abogado Noboa tendrá que pensar que el éxito para un gobernante no se lo consigue manejando el país como empresa particular; ambas son disciplinas administradoras, pero con misión y objetivos diferentes. Y por otra parte, si el economista Correa considera que su profesión es el atributo más importante no obstante su corto viaje del aula a la contienda política, encontrará difícil llenar la función de estadista, que es lo que el país demanda para su porvenir.Ha comenzado la batalla. La incursión del uno en el campo del otro es indicio bastante elocuente de la lucha que presenciaremos durante el próximo periodo presidencial. La fortaleza del imperio bananero ya está recibiendo los primeros obuses de la artillería contraria. Si Correa es finalmente el perdedor, ¿estará dispuesto a mantener la lucha constante como la ha mantenido Noboa?Muchas preguntas quedan en el tintero.

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