jueves, marzo 29, 2007

Se nos va el tiempo

La situación del comercio internacional global es muy seria para que pase desapercibida o tratada con indiferencia por parte de los actores: Gobierno y empresarios.El Gobierno, este y algunos anteriores, han pasado su vida entre el presupuesto, el petróleo y los impuestos; es decir, descalibrando la economía y las finanzas internas del país, enredándolo en una problemática de despreciar y agredir al capital, por mantener la soberanía egoísta con teorías obsoletas como aquellas de desestimular el ingreso de capital –el extranjero y el golondrina– cuando ahora el dinero no tiene fronteras y formas.Continúan aumentando las importaciones, que no alcanzan a ser cubiertas por las exportaciones, lo cual es drenaje de riqueza de nuestra propia riqueza manufacturera y agrícola. Mientras tanto, el empleo no se incrementa porque los estímulos gubernamentales marchan en dirección contraria.Como sujetos optimistas, creímos que con la dolarización se enderezaría el comercio exterior, facilitando la venta/ingreso, ahora que se puede vender globalmente. ¿Qué progreso en esta línea nos han dejado los gobiernos?El presidente Rafael Correa intenta manejar el país, pero está tan involucrado en su estilo de mantenerse en el poder, que es muy difícil que disponga del tiempo necesario para meditar, legislar, actuar y vigilar el desarrollo del comercio exterior, que al estimularlo resolvería vitales problemas. Se están abriendo muchos frentes. Esta táctica debilita.Si no vendemos al extranjero, sería buscar la solución a la pobreza con solo el ingreso nacional, lo cual es inadmisible. Es decir, transferencia de dinero de un bolsillo a otro. El único ingreso que trae verdadera riqueza es el de la exportación. ¿Acaso no lo vemos y sentimos en la economía nacional con los ingresos en forma de remesas de dinero que envían los ecuatorianos autoexportados?El comercio exterior no solo activa la economía de producción nacional, sino que estimula las actividades colaterales: la actividad marítima y aérea, el ingreso de capitales extranjeros en áreas de manufactura de exportación, la creación de otros puestos, la generación de trabajo en áreas de servicio, que es hacia donde se dirige la economía actual; entre tantas otras actividades que surgen cuando aparece un nuevo punto de trabajo y generación de ingreso.Desafortunadamente, el primer ingrediente que fabrica la política ecuatoriana, cuyos moscardones vuelan alrededor del pastel, es la antipolítica del bienestar y el desarrollo. Atados a la producción de petróleo se ha logrado conseguir que unos cuantos vivarachos se aprovechen de esta riqueza a través de contratos, canonjías, fraudes y desfalcos.El tiempo se está pasando, y muy pronto volverá obsoletas las medidas con sabor a ensoñación política. El país, más que nunca, exige resultados. Su economía básica no ha cambiado; el cambio está en las políticas económicas interesadas.Las actitudes amenazantes y las expresiones virulentas solo consiguen generar un ambiente gris y negativo. Las críticas contra la banca, por ejemplo, serían apropiadas cuando no hubiera mercado libre, que en economía significa oferta y demanda. Si para el bien de la salud económica del país, el grupo bancario gana utilidades en exceso, es cuestión de regular las bases y controlar por medio de la Súper de Bancos, que no haya ni especulación ni usura.

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