miércoles, agosto 08, 2007

Preocupación

Leo en EL UNIVERSO (el 2 de agosto del 2007) la inquietante noticia de que el IESS no puede atender las solicitudes por quirografarios porque el sistema colapsó en Guayaquil. En Quito el proceso fue normal.No es una rara coincidencia que tal situación ocurra en esta ciudad, pues se conoce de sobra la diferencia en eficiencia de servicios que existe entre los prestados en Quito y los que se dan en Guayaquil.¿Coincidencia o qué cuando colapsa el sistema informático y deja en el limbo a los solicitantes de esta ciudad?Ya comenzamos a inquietarnos por estos lares porque, dado que el presidente Correa –aupado posiblemente por un coro de regionalistas de allende a tres mil metros de altura– está con sus actitudes proclamando su antipatía por Guayaquil particularmente. No se trata de manía persecutoria cuando recordamos los desaguisados y las actitudes fuera de tono para las fiestas guayaquileñas de hace apenas dos semanas, que bien se podrían catalogar como desprecio oficial a la Ciudad. De otro canto, el Diario también trae la noticia de la desafortunada intervención del magistrado al ordenar que se sustituya la impresión de la entrevista de El Telégrafo al alcalde de Guayaquil, abogado Jaime Nebot, y en su lugar se ponga la fotografía de él, la del Presidente. ¿Culto a la personalidad?Otro síntoma de la división que se está dando en el país se puede observar en la leyenda que se ha puesto a la entrada del edificio del ex Banco del Progreso. Dice sin tapujos: “Gobierno del Litoral”.¿Qué significado político tiene la frase grabada con ánimo de permanencia en un edificio en donde despacharán las instancias menores de la administración pública, porque las decisiones siempre tendrán que venir de Quito? Esta actitud tan centralizadora no es simple percepción. Es vieja realidad.No es posible ni sensato hacer un paralelo Correa-Nebot. Las personalidades, los ámbitos de acción y los contextos son en extremo diferentes. El alcalde Nebot ha trabajado años tratando de hacer de Guayaquil una mejor ciudad. Y muchas instituciones así lo han comprendido y se sienten seguras. Nebot entendió su misión cuando se lo eligió alcalde y su sabiduría consistió en no nadar contra corriente, sino en fijar, sin demagogia, las obras necesarias para convertir la ciudad en un polo de atracción que no lo tenía. Su Municipio, por largos años era un bastión puramente político, y la política medraba a su sombra. Esta mala racha terminó al advenir la administración Febres-Cordero y Nebot.Como no soy un seguidor político, no logro entender al Presidente, quien se confiesa guayaquileño madera de guerrero. Sería saludable que declare si en toda esta actitud hay intenciones subterráneas. Su popularidad ha bajado, quizás no por lo que está haciendo sino por cómo lo está haciendo o está dejando de hacer.Mucho de lo que intenta cambiar o transformar el país sabemos que era y es necesario, y se lo eligió presidente en la forma más democrática, que lo reafirmó una segunda vuelta; y por esto lleva la banda presidencial que reza “Mi poder en la Constitución”, expresión noble y sagrada.Reflexione y replantee su acción, señor Presidente. Ecuador no quiere dividirse y menos atomizarse; porque nos volveremos débiles. Tenga presente que la riqueza que puede significar el petróleo nos ha vuelto anémicos para enfrentar graves situaciones políticas y económicas, que nos podrían llevar a la disolución.

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