jueves, noviembre 08, 2007

Reingeniería

El socialismo siglo XXI, (léase versión moderna del marxismo) no niega su paternidad, que consiste en el engrosamiento del control estatal en las actividades económicas, para no mencionar otras. Los malos gobiernos anteriores, que han pasado en las últimas décadas en el país, tienen en su contra haber mantenido la República en grado casi cero del desarrollo y el progreso. La pobreza –el bajo índice del PIB– no ha bajado en cifras significativas como para decir que la economía haya mejorado algo. La capacidad de consumo del sector amagado por la pobreza en la realidad no ha mejorado, atenazada por el desempleo, el incremento de precios en el costo de la vida, la nula política de salud y la anemia en la educación. Así, la desigualdad –el factor de distancia entre la pobreza y quienes gozan del bienestar que da la riqueza– ha mantenido un descontento y una angustia permanente, que ha conseguido que la población afectada esté dispuesta a aceptar o apoyar cualquier tipo de gobernante que le lance la promesa salvadora de la asfixia.En tales circunstancias aparece el presidente Rafael Correa con oferta de nuevas políticas para desterrar las viejas, desgastadas y obsoletas –por lo repetidas– sobre las ya conocidas y nunca cumplidas, y promete un gobierno que terminará con estas “promesas sobre lo mismo”. Al final, resultó lo que resultó…Ya hay muestras de que se reverán leyes y políticas, y hasta la existencia de ciertas instituciones innecesarias o fracasadas, o que sirven como nido de burócratas, o como simple carga presupuestaria.Con este preámbulo quiero referirme a que la macroeconomía comienza a trepidar. Como que hay medidas preparatorias para lo que podría venir, porque se desconoce la agenda del Presidente. Sin embargo, algo se puede intuir después de las últimas acciones que, a más de políticas, tienen efecto económico. Una es el remezón para el sector petrolero; dos, el incremento en el gravamen para artículos llamados suntuarios que, según se deduce, podría ser el incentivo para mejorar la manufactura local y atraer nuevas inversiones para sustituir las importaciones. El efecto colateral sería más empleo. Y tres: el masaje a las tasas de intereses bancarios, lo cual es grave porque el costo del dinero sube en una economía pobre con fuerte apalancamiento.No admite duda que en el Ecuador hacen falta cambios que impulsen la modernidad de su economía, cambios que necesariamente tienen que venir por la acción gubernamental; pero los cambios no deben ser traumáticos, tanto que los efectos pueden resultar negativos o ser génesis de un proceso proteccionista. Y entonces se crean nuevos grupos privilegiados que generarían inflación y mercado negro. Se exige que el mandatario tenga sabiduría para mantener un equilibrio racional entre lo que hay que conservar y lo que haya que cambiar.Las percepciones indican que las medidas más fuertes y dolorosas están por venir, y cuya difusión, por estrategia, puede estar escondida. Entre estas, los medios financieros serán los sujetos activos en los cambios. Las ideas sobre el Banco Central, la nueva moneda y la función del Banco del Sur encajan en las nuevas funciones del Ministerio de Economía.¿Y qué hay de la agricultura y la agroindustria?

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